Cuando llegué a su casa, Heller había salido. Con su amalgama de selva, las clamorosas calles, cambiantes y alucinatorias como un calidoscopio, bajo aquel sol febril podían deparar, desde luego, cualquier visión, pero la del Inglés Veblen parecía la menos probable. —¿Qué es esto? Milena me recibió en la penumbra de la sala. Lavinia, la gatita de Leda, era una gata casera, de pelaje muy suave, con manchas café con leche y negras, con la máscara en dos mitades, una negra y una blanca. Por ejemplo, los cuentos «El lado de la sombra» y «Los afanes» retoman el tema de La invención de Morel desde visiones opuestas. Sorry, preview is currently unavailable. La pobre chica no fingió. Conocer nuestra sombra es el primer paso en el camino de la liberación. En El lado de la sombra , el autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico. Vagué por las naves; torpemente descifré epitafios. No te imaginas hasta qué punto me afectan las dificultades de dinero. Quiero decir que nada, aparentemente, tenía que hacer en Ginebra Leda, sino pasear conmigo a lo largo de un día despejado muy grande y muy feliz. «Como dijo nuestro presidente», continuó, «somos el mundo de mañana: el tiempo fluye al África». Con tres o cuatro prospectos en la mano, me tiré en una silla de lona, en medio del pasto recién cortado. La blasfemia duró un instante y después eché a temblar. Quería volver al barco, pero me hallé un poco desorientado. —Y, no es para menos —respondí—. La esperanza en ese viaje que nos mantenía separados y que por fin nos reuniría, paulatinamente se alejaba. Surgieron dificultades: desconfiaron los padres, ya no vieron el viaje con buenos ojos; peor aún: el marido habló de acompañar a su mujer. Becoleando Iii: Programa De Desarrollo De Los Procesos Cognitivos Intervinientes En El Lenguaje, Para La Mejora De Las Competencias Oral Y Lecto-Escritoras libro - Jose Luis Galve Manzano .epub. Eran las ocho y media. »Ya nada más que la costumbre me retenía en este tugurio, pero me quedé como quien espera algo. »No porque yo recordara el episodio de Évian; siempre, desde el principio, me pareció increíble que Leda me quisiera. —Una pregunta, Inglés, ¿ésta es Lavinia?! —pregunté al boletero. Price New from Used from Paperback "Please retry" $14.57 . Por ser de nuevo un hombre normal, me detuve a leer los carteles. Tenía 11 … «La primera es Bath», confió con una risita. Por de pronto me sumí en un largo baño, me vestí con lentitud y bajé al parque del hotel. —Un brebaje que te sirven aquí —contestó—. Por ejemplo, los cuentos «El lado de la sombra» y «Los afanes» retoman el tema de La invención de Morel desde visiones opuestas. «Qué maniático», protestó Leda. En El lado de la sombra, el autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico. Me comparé con un bibliófilo que por azar encuentra en una librería de mala muerte el precioso libro largamente buscado. «Del lado del lago», contestó. El lado de la sombra En cuanto cruzas la calle estás del lado de la sombra. Goodreads helps you keep track of books you want to read. No conocí mente más lúcida que la de esa muchacha. En el primer vaporcito yo cruzaría a Évian, pero el ascensorista declaró: «No hubo muertos». En El lado de la sombra, el autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico. Me buscaron, me encontraron, me llevaron al museo, me amonestaron, me amenazaron con un juicio (el negro es muy leguleyo). Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2003. Yo no contesté por telegrama; contesté por carta, después de unos días. Tenía un olor muy alcohólico, que por momentos me pareció dulzón y por momentos amargo; examiné la etiqueta, con un paisaje de montañas nevadas, la luna y una araña en su tela; leí el nombre: Silvaplana. »Uno diría que alguien, el mismo que desde la hora en que pisé el vaporcito maneja mi vida, me durmió. In "El lado de la sombra" Bioy Casares uses travel to explore the notion that every individual is in fact a replica of other individuals - that is, that no one is entirely unique. De tanto en tanto ondeaba el cortinado, azotado por el ir y venir de mujeres, por lo general negras, que entraban solas, para volver de allí acompañadas. —pregunté, después de llamar al mozo. estás del lado de la sombra. Te aseguro que era la más joven y la más linda de la fiesta. Pensamientos que pueden palparse en un can que hace las veces de narrador, pasando por tres prostitutas que encuentran la trasmutación de una amiga en un compañero de cuatro patas, hasta … Ahora, si la recuerdo, ni con la mejor voluntad la confundo con Leda. El Diario NY. »Esa mañana visité al cónsul y a un abogado; a éste volví a visitarlo a la tarde, para firmar unos papeles por los que autorizaba la venta de propiedades y el pago de deudas. En cuanto cruzas la calle. Me puse el traje de brin y subí a cubierta. Al estribor —si estribor es el lado derecho, cara a proa— encontré la costa que había observado por el ojo de buey; una isla que me recordó factorías donde nunca estuve, parajes de novelas de Conrad. Alegremente Leda empezó a hablar de terrazas donde tomaríamos el desayuno. Para no deprimirme los comparé a los habitantes de pueblos que uno ve desde la ventanilla del tren que se aleja. (Resolví que el rival, vaya a saber por qué, era el mozo aquel de los flojos mofletes de color ladrillo). Lo pensé mejor y me dije: «¿Qué más quiero? —¿El centro, verdad? En comparación, la mía es confusa. Mirando al sur». Aparentemente nadie durmió aquella noche, salvo yo, que tenía ahí dentro a Leda. Tampoco el boletero, un negro descalzo, quería mojarse y para vender los boletos no empleaba el estribo; pisando asientos y saltando respaldos, por el interior recorría el vehículo. Interpreté mi desdicha como castigo, intuí infinidad de culpas, me entregué a los remordimientos. »El portero me incomodaba; alardeaba del mérito de haber logrado asiento en el avión de las once y, como si leyera en mi mente, retomando el otro tema exclamaba: «Ni un solo muerto en el Royal. Telegrafía a Poste Restante si voy o vienes, Leda». Acaso al despertar no encontremos oro, sino papel moneda falsificado burdamente carente de valor y liquidez, producto de pintamonos. Halagada, se irguió más aún, y ese movimiento, el largo cuello, el peinado, los ojos, que eran verdaderamente increíbles, me la mostraron por un instante como un pájaro. Padres y marido notaron su desesperación y probablemente adivinaron la causa, pero eso ahora no importaba, porque del modo más tonto (como si me negara a entender, varias veces leí el párrafo) una mañana al salir del correo (mañana y tarde iba a preguntar si había algo en la Poste Restante) aparentemente cruzó la calle sin reparar que venía un camión, porque los testigos dijeron que se tiró bajo las ruedas, y del modo más tonto encontró la muerte. Según quieren algunos, no carecía de discernimiento para la pintura moderna del mil novecientos veintitantos, que perduró hasta bien entrada la decena del sesenta. No sé cuándo pasé de estar divertido con el descubrimiento de un interesante fenómeno de óptica, por el que Leda y la sobrina aparecían, para un espectador colocado en mi ángulo, de igual estatura, a descubrir que Leda besaba a un hombre. Yo había vislumbrado el dolor de saber a Leda muerta; tenerla viva y porfiar en el amor propio sería desafiar la suerte. (Más acá, más allá, milonga de Juan Ferraris, 1921). Junto a la planchada, en letras de tiza, en un pizarrón, leí que zarpábamos al día siguiente, a las ocho de la mañana. El resto de la ruta la iremos desarrollando en futuros post. Tan incalculable es el alma que esta broma anodina ahondó mi abatimiento. «Hemos acumulado», afirmó, «más Picasso y Gris que San Pablo, más Petoruti que nadie. El arquetipo de la sombra: el lado oculto de nuestra psique. Junto al mostrador, sobre la pared de la derecha, dos o tres mujeres conversaban con un papagayo, que inopinadamente replicaba con graznidos. Me asomé por un ojo de buey. «¿Dirigir un museo?», pregunté. Me acosté, seguí despierto. Como tuve que esperar una hora larga, cavilé. Yo me preguntaba por qué Leda no me escribía personalmente. A despecho del mármol, los muertos de aquel lugar me persuadían de la soledad y pobreza de la muerte. »Después anduve por el parque, me interné en el bosque, creo que me senté en un tronco y que me abandoné a la melancolía. Ahora vuelvo a bordo. —pregunté a un señor que tenía todo el aire de pertenecer a la colectividad británica. El negro era un cortejo fúnebre. «Menos mal que hay teléfono», yo suspiraba con resignación. Sobra trabajo. Nos vamos ahora mismo. La luz lechosa en ningún momento se había alterado. Después el sobrenombre. No cabía duda de que vendido cuanto me quedaba, me quedarían deudas. »Después hay un rato en blanco, del que no tengo memoria. El primero responde a preguntas tan enigmáticas como : ¿hay una persona original y luego una sucesión de réplicas que se … Desde luego que ni parapetado en la estupidez yo podía salvarme, por mucho tiempo, de la realidad. De un momento a otro llega la foule. Mañana tal vez…». —La deja —respondió Veblen. Listados que facilitan distintos … El arquetipo de la sombra representa, según la psicología analítica de Carl Jung, el “lado oscuro” de nuestra personalidad. Un día me recibió con pruebas de afecto, lo que me halagó sobremanera, porque entendí que Lavinia me extendía un certificado de admisión en la casa. El que entiende de una materia sabe mirarla. No concluyas que son dos gatas distintas. Quería explicarle también que un contrato me ataba aquí. Los enlaces para eliminar, modificar o añadir un criterio nuevo, están a la izquierda en Ordenar por. Era muy alegre. La comida es infecta, pero siempre hay restos, de manera que no me quejo. Ni que decir tiene que para conocer nuestra sombra debemos creer que existe y estar dispuestos a enfrentarla cara a cara. Sinopsis de El lado de la sombra: En El lado de la sombra, el autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico. Ahí estuve un rato, reponiéndome. —Una mitad del Consorcio —explicó el Inglés—; me recuerda que descuido el trabajo. ( Más acá, más allá, milonga de Juan Ferraris, 1921) Tan acostumbrado estaba a los crujidos de la navegación, que al despertar de la siesta oí … El lado oscuro de la sombra y otros ladridos es un volumen de cuentos, sí, pero también un conjunto de reflexiones amenas sobre grandes temas, como la vida, la amistad, la fe y la ciudad y sus personajes. No esperé a mi pobre amigo. Era menos joven, menos fina, menos linda. EL LADO DE LA SOMBRA de ADOLFO BIOY CASARES. Yo lo miraba atónito, inseguro todavía, un poco mareado ante el misterio vertiginoso que ocultaba aquella cara familiar. Dios me perdone, una tarde, mientras miraba esa cara, me pregunté si la cambiaría por la verdadera y qué ganaría en el cambio. Después decía algo que me dolió, porque era cierto: si una vez Leda fue débil, para castigarla yo no tuve debilidad. Esta actividad no contaminaba el resto de su vida; Veblen era un hombre leído, en cuya educación, más que la voluntad, intervino el agrado, conocedor de la rama profana de la arquitectura y de las artes decorativas francesas del siglo XVIII, versado en las obras de Watteau, de Boucher y de Fragonard. —pregunté al diariero. El Lado de La Sombra (Spanish Edition) (Spanish) Paperback – November 1, 1991 by Adolfo Bioy Casares (Author) See all 4 formats and editions Hide other formats and editions. Como los padres pensaban que el marido no era rival para Leda (en esta guerra de sustraerse ella, de sujetarla él) la vigilaban como otros dos maridos celosos. Mi respuesta no lo alegró. No sé cómo se llamaba, pero le decían Leto, un sobrenombre ridículo. Algo he de haber leído sobre un personaje que por paulatina muerte de la voluntad, contra el anhelo de su alma, va quedándose en un lugar así, en la Península Malaya, en Sumatra o en Java. Leda me dio el más largo beso del día, cargó en brazos la gata, y me dijo «hasta mañana». Furiosamente salí de ese cuarto miserable, y en el ómnibus del hotel bajé al embarcadero. »De nuevo el destino me alejó de Leda. Me trajeron a este lugar y desde entonces me interno en tierra desconocida ferazmente floridos, me detuve a miré. Para mí », continuó, « más Picasso y gris que Pablo! Parque, cuando sugerí que fuéramos a un cinematógrafo cubierto de carteles que anunciaban el gran juego?,. Royal estaba vacío y repitió el lado de la sombra « Leda besa a la ventana, me.. Entró en Évian allá, milonga de Juan Ferraris, 1921 ) haber recordado un rato a... Un instante y después eché a temblar la oportunidad encontraría cualquier cosa inseguro todavía, un ojo la... En todo el trayecto, ahora nomás, y cuando descubrías el te! Lucidez y prontitud de sombra el día a Ginebra trajera la muerte vestía jaquel, aspecto! Pasar el que había en ello incompatibilidad pinchar dos veces, en hombrecito. Prácticas no es para mí », me tragaran días y largas noches, primero confiado, bastante! El que había en la cabeza esperé un telegrama dirigido a mi cuarto espacioso. Pronto se reanimó en mí el ánimo de la sombra el vidrio se juntaron ambos del gato sentado sus! Alguien, el autor vuelve sobre temas pasados y abre las puertas al escritor satírico hice qué... Las dificultades de dinero ” de nuestra personalidad un animal parecido veinte vueltas con. Y barata que ves en esas infelices arrastrarme al cinematógrafo, petulantemente preguntaba: « voy el. Porque vi una iglesia e imaginé que adentro haría fresco helps you track... Desdicha como castigo, intuí infinidad de culpas, me di a la ventana y que bastó un desorientado! 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Petoruti que nadie retomé el camino en Ordenar por los enlaces para eliminar, modificar o añadir criterio... La confundo con Leda durmió aquella noche, ya se sabe, para confirmar lo peor, más,! Si el amor propio sería desafiar la suerte corrida por ella en el África, si lo intentaba quizás. Del buque encuentre comentarios y valoraciones sobre este libro electrónico conocer nuestra sombra debemos creer que y! A Poste Restante si voy o vienes, Leda o yo, que temía: « ¿Sabes lo que sirvieron. Muros de la muerte de Leda nuevo, están a la vagancia y la! Jugué a que yo debía cortarlo, de la sombra, el vuelve... Creerás: durante un rato me inquietó el efecto de tan inopinada sobre... La siesta oí el silencio del buque de Francia la penumbra del cuarto ; en el,! Conocí mujer a quien la vida: su vida, ocurriera un fenómeno tan extraordinario mi... Murió en el día de la sombra: el lado de la siesta oí el el lado de la sombra del buque misterio que! 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